¿Las redes sociales problematizan nuestro cotidiano andar? Observamos
incontables llamados a poner atención sobre todo en los jóvenes,
estigmatizando a los mismos, como si la «estupidez y banalidad» fuera un
atributo de ellos.
Pero, ¿dónde poner el acento, en las redes sociales, o en los sujetos
que manipulamos la misma? Para ser bien explícito no es un problema de
tecnologías, llámense cámaras, audios, teléfonos etc., lo que debemos
poner en tensión es la idea del sujeto moderno y el orden sexual,
político y sociocultural que lo produce.
Cuando se enuncia como carácter de las sociedades occidentales el «patriarcado», «machismo» «falo centrismo», pareciera que no se logra nunca comprender, sus implicancias, no logramos hacer la proyección cotidiana de estos dispositivos. La mujer viene desigualada desde siglos, su lugar desventajoso está naturalizado e «invisibilizado» (aunque es un secreto a voces). El cuerpo de una joven es territorio en disputa, es el escenario de una guerra, entre los gozadores del abuso del poder, en todos sus tipos y modalidades: simbólicas, mediáticas, físicas, psicológicas, etc. y quienes depositan allí, sus frustraciones, impotencias, violencias y demás, pero por sobre todo su cosmovisión patriarcal, sus subjetividades machistas.
Hoy, el país habla de un video hot; hoy lapidamos a una mujer y en ella a todas; se ve el video, se comenta de él, se realizan humoradas, ridiculizamos, compartimos en redes sociales y desde allí se refuerzan y legitiman estos patrones estereotipados de violencia por la condición de mujer y de forma inversa prestigian a los «sementales machitos» por la caza de la presa, por el trofeo conseguido, para nada descolgada de la búsqueda incesante en su deporte elegido, tan competitivo e individualista, como la propuesta de sociedad neoliberal que nos atraviesa desde la última e infame dictadura cívico militar.
¿Cuánta «conciencia y responsabilidad» se puede pedir a una joven que produce subjetividad en una sociedad espectáculo, de cánones estéticos superficiales, consumistas, individualistas y banales?
Un evento como al que aludimos no está desconectado, o aislado de una sociedad que vive y tiene un proyecto existencial, capitalista, meritocrático, que construye estereotipos que impone a través de sus redes de poderes, sus industrias de la belleza, del éxito, de la comunicación y la publicidad, del miedo o la diversión, etc.
No se ve con el ojo biológico, (él es solo la lente, el instrumento) de una visión, que proyecta la mirada política, ideológica y cultural.
¿De dónde procede esta mirada violenta, sexista, cosificadora, discriminatoria, que apunta sobre el cuerpo de una joven mujer y la destruye con su «doble moral», con un «deber ser» que es un panfleto de una moralina machista y cruel?
Los opinólogos presocráticos y los voyeuristas impotentes y morbosos, la eyectaron al centro del «circo romano», para ritualizar el espectáculo al que nos invitan los «educados» con la «pedagogía de la crueldad» en términos del planteo de la antropóloga Rita Segato, y como si no bastare, se observa la falta de «sororidad» de las mujeres (en palabras de Marcela Lagarde), para con una compañera de género, y como mínimos de parte de los hombres más plurales, cierta «apatía y llamado a silencio».
¿Es responsabilidad de la joven vivir en una sociedad que parecería, te vacía de sentido?
Las violencias están en un continuo, en un horizonte común de sentidos, saber y poder, un trazo que contiene los micro machismos en un extremo y en su opuesto a los feminicidios. Las micro prácticas están dadas por esta construcción de la mujer objeto, ellos están rodeados de mujeres objetualizadas, «promotoras», «modelos», las imágenes de las carreras hablan de trofeos por todos lados y esta joven mujer, venía siendo objeto del machismo reinante en un deporte de «hombres», en donde ganar es imponer el poder total.
Un video cargado de violencia, que destila asimetría de poder del macho, en un supuesto juego «sexual», donde la violencia física, simbólica, psicológica y sexual, siempre se dirige a la mujer.
Los medios de comunicación y las redes sociales, ahora mismo hacen circular los diálogos entre los circunstanciales «actores de estos videos Hot», todos ellos, enunciados de un juego lingüístico, donde pareciera la prueba de un actuar consciente y de ejercer una práctica con «todas las facultades racionales», ello, alcanza para que los «tribunales de la razón banal» sentencien sin piedad a la hoguera, y los «fiscales de la vida ajena» nos den cátedras de como intervenir la vida privada, siempre en defensa de las «buenas costumbres y la sana razón».
Un evento como este no puede soslayar el rol de las instituciones, del estado y la sociedad civil, aquí no están en discusión tres jóvenes, aquí debemos poner en debate el proyecto existencial de nuestra sociedad, ellos solo son una pequeña lente, que nos muestran quiénes somos como colectivo humano.
*Prof. de Historia - Ex Coordinador del COPNAF - Titular de la Cátedra Introducción a los Estudios de Género (Nivel Superior - Esc. Normal)- Pte. de Asociación Civil LEGO
Cuando se enuncia como carácter de las sociedades occidentales el «patriarcado», «machismo» «falo centrismo», pareciera que no se logra nunca comprender, sus implicancias, no logramos hacer la proyección cotidiana de estos dispositivos. La mujer viene desigualada desde siglos, su lugar desventajoso está naturalizado e «invisibilizado» (aunque es un secreto a voces). El cuerpo de una joven es territorio en disputa, es el escenario de una guerra, entre los gozadores del abuso del poder, en todos sus tipos y modalidades: simbólicas, mediáticas, físicas, psicológicas, etc. y quienes depositan allí, sus frustraciones, impotencias, violencias y demás, pero por sobre todo su cosmovisión patriarcal, sus subjetividades machistas.
Hoy, el país habla de un video hot; hoy lapidamos a una mujer y en ella a todas; se ve el video, se comenta de él, se realizan humoradas, ridiculizamos, compartimos en redes sociales y desde allí se refuerzan y legitiman estos patrones estereotipados de violencia por la condición de mujer y de forma inversa prestigian a los «sementales machitos» por la caza de la presa, por el trofeo conseguido, para nada descolgada de la búsqueda incesante en su deporte elegido, tan competitivo e individualista, como la propuesta de sociedad neoliberal que nos atraviesa desde la última e infame dictadura cívico militar.
¿Cuánta «conciencia y responsabilidad» se puede pedir a una joven que produce subjetividad en una sociedad espectáculo, de cánones estéticos superficiales, consumistas, individualistas y banales?
Un evento como al que aludimos no está desconectado, o aislado de una sociedad que vive y tiene un proyecto existencial, capitalista, meritocrático, que construye estereotipos que impone a través de sus redes de poderes, sus industrias de la belleza, del éxito, de la comunicación y la publicidad, del miedo o la diversión, etc.
No se ve con el ojo biológico, (él es solo la lente, el instrumento) de una visión, que proyecta la mirada política, ideológica y cultural.
¿De dónde procede esta mirada violenta, sexista, cosificadora, discriminatoria, que apunta sobre el cuerpo de una joven mujer y la destruye con su «doble moral», con un «deber ser» que es un panfleto de una moralina machista y cruel?
Los opinólogos presocráticos y los voyeuristas impotentes y morbosos, la eyectaron al centro del «circo romano», para ritualizar el espectáculo al que nos invitan los «educados» con la «pedagogía de la crueldad» en términos del planteo de la antropóloga Rita Segato, y como si no bastare, se observa la falta de «sororidad» de las mujeres (en palabras de Marcela Lagarde), para con una compañera de género, y como mínimos de parte de los hombres más plurales, cierta «apatía y llamado a silencio».
¿Es responsabilidad de la joven vivir en una sociedad que parecería, te vacía de sentido?
Las violencias están en un continuo, en un horizonte común de sentidos, saber y poder, un trazo que contiene los micro machismos en un extremo y en su opuesto a los feminicidios. Las micro prácticas están dadas por esta construcción de la mujer objeto, ellos están rodeados de mujeres objetualizadas, «promotoras», «modelos», las imágenes de las carreras hablan de trofeos por todos lados y esta joven mujer, venía siendo objeto del machismo reinante en un deporte de «hombres», en donde ganar es imponer el poder total.
Un video cargado de violencia, que destila asimetría de poder del macho, en un supuesto juego «sexual», donde la violencia física, simbólica, psicológica y sexual, siempre se dirige a la mujer.
Los medios de comunicación y las redes sociales, ahora mismo hacen circular los diálogos entre los circunstanciales «actores de estos videos Hot», todos ellos, enunciados de un juego lingüístico, donde pareciera la prueba de un actuar consciente y de ejercer una práctica con «todas las facultades racionales», ello, alcanza para que los «tribunales de la razón banal» sentencien sin piedad a la hoguera, y los «fiscales de la vida ajena» nos den cátedras de como intervenir la vida privada, siempre en defensa de las «buenas costumbres y la sana razón».
Un evento como este no puede soslayar el rol de las instituciones, del estado y la sociedad civil, aquí no están en discusión tres jóvenes, aquí debemos poner en debate el proyecto existencial de nuestra sociedad, ellos solo son una pequeña lente, que nos muestran quiénes somos como colectivo humano.
*Prof. de Historia - Ex Coordinador del COPNAF - Titular de la Cátedra Introducción a los Estudios de Género (Nivel Superior - Esc. Normal)- Pte. de Asociación Civil LEGO