miércoles, 10 de junio de 2015

Alto al Femicidio




En Argentina cada día y medio una mujer muere víctima de la violencia de género

 
La violencia de género, es uno de los más graves problemas sociales, es una violación a los derechos humanos de las mujeres.

Vivimos en un mundo en el que las mujeres no tienen control sobre sus cuerpos. Esto es consecuencia de un sistema injusto que considera a las mujeres seres inferiores que necesitan de la tutela de los varones y estar subordinadas a ellos.

Mientras sea tan enorme la desigualdad entre mujeres y varones, y mientras los varones se sientan con derecho sobre las mujeres, éstas permanecerán en condiciones precarias, serán vistas como de menor valor en la sociedad y sometidas a la violencia masculina.

La violencia contra las mujeres es un problema cotidiano y en aumento y esto es consecuencia de los patrones de conducta de la sociedad y la inacción del Estado para prevenir y sancionar todas las formas de violencia contra las mujeres.

“Los feminicidios expresan situaciones extremas de violencia contra las mujeres y niñas. Son el extremo de un continuo de terror contra ellas, que incluye diversas formas de humillación, de desprecio, de maltrato físico y emocional, de hostigamiento, de abuso sexual, de incesto, de abandono, de terror y la aceptación de que las mujeres y niñas mueran como resultado
de actitudes misóginas y de prácticas sociales” 

No toda violencia que ocasiona la muerte de una mujer puede ser considerada como feminicidio, porque cuando el género de la víctima es irrelevante para quien la asesina, se trata de un asesinato no de un feminicidio.


Un caso que nos toca de cerca,una docente de Concordia ,Entre Ríos radicada en Bs.As.a un año del tal ,acontecimiento.

UNA DOCENTE EJEMPLAR,VÍCTIMA DE FEMICIDIO

A un año del fallecimiento de Natalia Olivera ,queremos  dar a conocer a la población y fundamentalmente al  ámbito docente ,que no ha sido  una muerte mas ,como tantos hechos de violencia que se suceden en nuestro país y en el mundo.

Una docente con convicción por la tarea docente ,por el compromiso con sus educandos ,y la permanente capacitación como tanto docentes del país,que no bajaba los brazos ,pero hubo una situación que desbordó lo suyo, y hoy mas que nunca no podemos permitir que se repitan tantas historias que incomprensiblemente devengan en caos ,cuando podemos  hacer algo.

En el ámbito del profesorado  se vislumbran casos de violencia, lo cual requiere la inmediata intervención ,entre algunas cuestiones a dar respuestas:

Cómo asistir y asesorar a las víctimas, la necesidad de que se reglamente la actual Ley de violencia. Es una realidad de muchas docentes a diario en las escuelas que se encuentran en situación de riesgo en estas temáticas ;la falta de recursos y capacitación que brinda el Estado, para abordar una problemática tan compleja y que ,es notoria. Es necesario impulsar un  petitorio y campaña para conquistar licencias específicas por violencia de género, a través de los organismos sindicales ,docentes auto convocados en estas cuestiones..etc. , ya que muchas docentes se ven obligadas, cuando atraviesan por una situación de estas características, a usar licencias psiquiátricas (que sólo pueden tomarse las titulares) que luego el violento utiliza en su contra.
 La sociedad está esperando con atención la disminución de los datos que ofrecen las estadísticas de la violencia y la erradicación completa de este  sufrimiento inaceptable.







domingo, 7 de junio de 2015

Un nuevo programa acompaña a niños alejados de sus padres


El "Acogimiento familiar" apunta a contener a los menores que no pueden estar con sus familias biológicas por decisión judicial. No hay límite de tiempo para estar con ellos, pero quienes los contengan no los pueden adoptar. ¿De qué se trata?
Desde finales de 2014, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires implementa el Programa de Acogimiento Familiar de niños que, alejados de sus padres por distintas razones de índole judicial, necesitan familias que los contengan mientras un juez define si están dadas las condiciones para regresar al hogar de origen o si pasan a formar parte de los miles que esperan ser adoptados. Depende de la Dirección General de Niñez y Adolescencia (DGNyA) del Ministerio de Desarrollo y tiene por finalidad dejar a un costado "la espera institucionalizada".

"El programa de acogimiento se definió por una ley en el 2005, pero el año pasado nos encargamos de recuperarlo y reglamentarlo. Surge porque consideramos que todos los niños tienen el derecho a vivir en el seno de una familia y éste programa lo hace posible", dijo a Infobae la Ministra de Desarrollo Social del GCBA, Carolina Stanley, a cargo del programa que está en marcha desde hace pocos meses.

Por ahora, el programa cuenta con cinco familias encargadas de brindar calor de hogar a niños que, por diferentes circunstancias, fueron apartados de sus familias de sangre. ¿Qué determina que eso pase?
"A VECES LA JUSTICIA DEFINE QUE UN NIÑO, O HERMANITOS, YA NO PUEDEN VIVIR CON LA FAMILIA CUANDO SUFREN MALTRATO O ABANDONO"
"Empezamos a diseñar el mecanismo del programa y hoy ya tenemos cinco familias de acogida que están dándoles a los niños todo lo que necesitan: educación, cuidados de salud, contención...", destacó Stanley y explicó cómo eligen a esos adultos que se convertirán por algún tiempo en el núcleo familiar de esos pequeños: "Deben anotarse para ser familias voluntarias de acogidas; luego participan de una charla donde se les explica la diferencia que tiene este programa con la adopción".

Quizás esta sea la parte más dramática y difícil de comprender, pero quienes se postulan como voluntarios del acogimiento deben saber que no serán las familias que adopten a esos niños, en caso de que el juez eso decida para ellos. Pero serán el sostén, la columna vertebral y -cuando llegue el momento de la despedida- deberán dejarlos ir y estar dispuestos a recibir a otros niños porque, lamentablemente, hay demasiados en esta situación.
EL PROGRAMA DE ACOGIDA IMPIDE QUE EL NIÑO ESPERE EN UN "HOGAR SIN FAMILIA" MIENTRAS UN JUEZ DECIDE SI REGRESA CON SUS PADRES O SI ENTRA EN "ESTADO DE ADOPTABILIDAD"
Por ello este programa también cuenta con la ayuda de un cuerpo de psicólogos de la Universidad de Buenos Aires que explican y enseñan a las familias cómo será el tiempo con los niños."Durante la etapa de preparación, los psicólogos evalúan si los voluntarios podrán ser buenas familias de acogimiento porque, pese a que muchos se presentan como voluntarios, algunos se retiran por miedo. Y ese temor es al desapego con el niño con el que se encariñan", porque no hay tiempo determinado ni limitado para estar con él. Una vez pasada la que se podría definir como "primera etapa", las mismas familias deciden a cuántos niños llevarán a sus hogares y de qué edades. "Pueden ser o a la totalidad de hermanitos", explicó.

Vendrá entonces la etapa de "visita" a la familia: los asistentes sociales verán cómo es la convivencia entre ellos y el niño. "También participan profesionales del Conicet que monitorean cómo va la educación del niño", amplió la ministra porteña.

Mientras el niño aprende a vivir con una familia amorosa, el juez delinea su futuro: vuelve con los padres o pasa a integrar la larga lista de chicos que esperan ser adoptados.

"El proceso de adopción está marcado por la ley 24.779 según la cual las familias se anotan y deben esperar años para lograrlo. En nuestro país no existe la adopción abreviada, por lo que tampoco significa que si una familia se anota como voluntaria luego adoptará al niño que cuida. ¡No! No se quiere perjudicar a otras familias que están en lista de espera", remarcó Stanley.
LAS FAMILIAS QUE CONTIENEN A LOS NIÑOS DURANTE EL PROCESO DE "ESPERA" NO LOS PUEDEN ADOPTAR, SIN IMPORTAR CUÁNTO TIEMPO PASE CON ELLOS. LA JUSTICIA HACE DEL NIÑO UN OBJETO DE SUS TIEMPOS Y SUS DECISIONES

Si un niño fue alejado de sus propios padres porque la maltrataron ¿cómo puede ser devuelto a ese hogar?
Es tan ilógico escribirlo como difícil de entender; al menos habrá que conocer los motivos. "La familia del niño debe entender qué es lo que hizo mal, debe ver los puntos en los que fallaron y para ello se trabaja con la re vinculación junto a asistentes sociales, psicólogos, etc.", explicó la funcionaria.

Si la justicia decide que el menor está en condiciones de ser adoptado, hasta que lleguen los adoptantes, lo mejor para él es permanecer en el calor de un hogar que lo contenga y quizás, hasta lo prepare para vivir en un ambiente de amor y calidez y evitar la llamada "institucionalización", es decir, que pase años en organismos públicos.

Requisitos: quiénes se pueden anotar como voluntarios

"Todas las familias, parejas y personas solteras que tengan tanto deseo de dar amor a niños que lo necesitan. No hay ideales, todas las familias solidarias son las ideales; lo único que tienen en común es la capacidad de entender la problemática y ser solidarios"

Las cadenas de violencia



El gran fenómeno de #NiUnaMenos quebró un estereotipo: que en la Argentina la mayoría de los homicidas matan para robar. No dijeron eso los cientos de miles de personas que marcharon en todo el país, mujeres y hombres, y los millones de personas que participaron mediante las redes sociales. Protestaron contra la percepción ya generalizada de que las mujeres son blanco de violencia en tanto mujeres propietarias de sí mismas y no en tanto mujeres vulneradas en su derecho de propiedad sobre cosas. En todo caso lo vulnerado, y no sólo con el extremo de la muerte, es el propio cuerpo.

Pensar que el mayor móvil del asesinato es el robo forma parte de un estereotipo irreal, porque así lo dicen las cifras. La última investigación de la Corte Suprema de Justicia (números publicados en 2013 sobre pesquisas de 2012) revela que en la ciudad de Buenos Aires el 14 por ciento de los homicidios se produjo en ocasión de robo, contra el 9,49 por ciento en medio de un conflicto intrafamiliar o un 38,61 por ciento por riña o venganza. El link es http://bit.ly/1KTSkbt y abunda en datos significativos. El asesinato de mujeres por su condición de tales podría figurar –es sólo una hipótesis, porque la sociología y los crimonólogos deberían discutir más el tema– en las dos últimas categorías, que engloban a crímenes entre conocidos, ya sean familiares, parejas o bandas que disputan un territorio. En el conurbano el homicidio por robo trepa al 19 por ciento, contra un 13 por ciento por conflicto intrafamiliar y un 41 por ciento debido a riñas o venganzas.

Sería tonto pensar que aquel estereotipo sobre el robo como móvil supremo del asesinato ya pasó. Está latente y volverá en cualquier momento, ante el primer caso resonante capaz de mover las emociones por encima de la media.

Pero también sería necio ignorar una evidencia de las grandes manifestaciones físicas y virtuales del 3 de junio en comparación con cualquier otra marcha relacionada con la vida y la muerte. La evidencia es que el número de participantes y el nivel de compromiso parecieron superiores a las marchas que desató en 2004, hace ya 11 años, el furor punitivo tras el asesinato de Axel Blumberg.

Como sucedió con otras manifestaciones –las cacerolas del 2001, por ejemplo– los motivos del 3J fueron transversales a los partidos e incluso peculiares según cada quien. El #NiUnaMenos pudo ser un grito contra los homicidios, una reafirmación del derecho a decidir qué sí y qué no, un aviso de que el cuerpo femenino es tan soberano que sólo su dueña debe tomar la decisión de parir o abortar y hasta un reclamo de cuidado estatal o masculino contra la violencia. Sí, todo era posible. Hasta la señora de unos 50 años que decía frente al Congreso: “Reclamo a la Presidenta y a los hombres que nos protejan”.

A diferencia del 2001 las manifestaciones no se produjeron en medio de una crisis política. Tampoco en medio de una presidencia débil –nadie le hubiera reclamado nada a Fernando de la Rúa– ni de un vacío político. Dirigentes y dirigentas participaron incluso con banderas sin que nadie considerase antinatural una pancarta entre tanta gente.

La participación de agrupaciones oficialistas podría verse como una picardía. ¿Por qué privarse de un baño de multitudes?

También podría ser criticada con esta línea de razonamiento: el Estado tiene que resolver y gestionar, no protestar.

Sin embargo, otros enfoques son posibles.

Uno: el oficialismo es suficientemente diverso como para albergar distintas visiones culturales y distintos proyectos tanto sobre el aborto como sobre la pena, sobre los movimientos feministas y sobre la gestión misma.

Segundo enfoque: al Gobierno le va mejor cuando acepta la interpelación social y, sin obsesionarse por cooptarla o por doblar la apuesta, como sucedió en Gualeguaychú con la rebeldía antipasteras, dialoga con ella. El costo político de la crítica es menor al que se paga por la indiferencia o la confrontación cuando del otro lado, además, un movimiento no confronta directamente contra el Gobierno. Aunque pueda pelear de modo indirecto. O aunque una parte de ese movimiento responsabilice por los crímenes o por la falta de política contra las muertes por aborto al Poder Ejecutivo. Parte de los y las manifestantes del 3J pudo haber estado presente en el 18F, antes, en esa marcha encabezada por los fiscales que no habían trabajado de tales en homenaje a otro que tampoco se esforzó demasiado. Pero la marcha del 3J no fue la del 18F ni por tono ni por heterogeneidad ni por objetivos.

Como todo fenómeno social, la gran movilización por #NiUnaMenos destilará en caminos diferentes.

Por lo pronto, permitirá pensar qué puede hacer el Estado desde sus tres poderes y la sociedad entera para evitar no sólo la peor consecuencia del ataque a una mujer –su muerte–, sino los infinitos matices de degradación que no llegan al asesinato. Desde ese punto de vista las marchas fueron un triunfo de los movimientos feministas y permiten comprobar algo que la investigación académica viene sosteniendo: que ya no puede hablarse de feminismo, sino de feminismos. En un encuentro de la Universidad de San Martín recogido por un documental de Clacso TV (el link es http://bit.ly/1KMydcb) la argentina Mónica Tarducci recomendó “vigilar para que todas las instituciones sean más igualitarias, y eso es un control muy importante que tenemos que ejercer las feministas, porque así como nos falta una ley de aborto nos falta también que se cumplan leyes que son muy buenas como la de violencia, y además los médicos por ejemplo siguen maltratando a las mujeres en los partos con una actitud machista”. Tarducci, que enarboló la consigna “¡Laicismo ya!”, cargó las tintas contra la Iglesia Católica y contra “el miedo que le tienen los políticos a la Iglesia Católica”.

La colombiana Diana Gómez Correal dijo que empezó a militar en el feminismo a partir de las mujeres que eran víctimas o familiares de víctimas de la masacre. “El hecho de ser mujer en Colombia, en un país que ha estado cruzado por la violencia estructural permanente, ha hecho que las mujeres vivan esa violencia de una manera específica”, dijo. “La más conocida, como en otros contextos de guerra, es la violencia sexual, una violencia sexual exacerbada que han practicado los distintos actores armados: el cuerpo de la mujer como un botín de guerra.”

La boliviana Katia Uriona pidió edificar las relaciones de poder “como la única forma de construir sociedades en igualdad y democracias donde hombres y mujeres no estemos mediados por relaciones de opresión, de subordinación y de pobreza, que son rasgos estructurales de la mayoría de las mujeres”.

Alicia Esquivel, afrodescendiente uruguaya, opinó que sus compañeras feministas deberían comprender más a fondo por qué deben articular las reivindicaciones antirracistas con las antisexistas.

La argentina Ana Laura Rodríguez Gustá dijo que efectivamente existen “los feminismos afro, los feminismos indígenas, los feminismos de mujeres de clase media o los feminismos vinculados con las reivindicaciones de la disidencia sexual”. Pero afirmó que “lo central tiene que ver con lograr una redistribución mucho más horizontal de las relaciones de poder”. Según ella en eso consiste el feminismo en general. Y agregó: “Los feminismos pueden dialogar con otras agendas transformadoras como por ejemplo la agenda de la izquierda que muchas veces, cuando sólo insiste en la clase, olvida que en realidad las relaciones de género hacen a la reproducción jerárquica de las clases y son constitutivas de esas reproducciones jerárquicas”.

Si esa forma de pensamiento fuera asumida por una mayoría, de ahora en adelante deberían ir apareciendo también, con la misma intensidad que el 3J, otras temáticas y otras víctimas. Por caso, la creciente ola latinoamericana de asesinatos de jóvenes, pobres y no blancos. O la todavía muy poco visible masividad del maltrato casero a chicos y chicas, chiquitos y adolescentes, a veces también letal. Son temas y víctimas que no llegan a ser parte de la agenda pública. En parte porque no hay un sujeto que enarbole sus reivindicaciones. En buena medida porque todavía no encarnó como un gran problema social la trama que describieron con precisión un sociólogo y una maestra, Javier Auyero y María Fernanda Berti, en su libro La violencia en los márgenes. Auyero y Berti narraron el carácter “aprendido” que puede tener la violencia, “carácter central a la hora de entender su normalización”. Analizaron la presencia intermitente y selectiva del Estado en la zona bajo investigación, Ingeniero Budge. Contaron cómo los más desprotegidos a veces pueden terminar participando involuntariamente de formas de control. “Cuando reconstruimos la historia de una pelea doméstica y descubrimos que ésta se generó a partir de una disputa por drogas, o cuando inspeccionamos un caso de violencia colectiva y vislumbramos que fue una respuesta a un intento de violación, las ‘anécdotas’ nos alertan sobre la posible existencia de formas encadenadas de violencia”, escribieron también.

La enorme diversidad del #NiUnaMenos reflejó algunos eslabones de esa cadena violenta. Es una gran victoria y, a la vez, puede convertirse en la base para un desafío que sin duda excede al 3J: hay mucho que hacer para identificar el encadenamiento. Y más que hacer, aún, para desarmarlo.